¿Qué son las emociones?

Las emociones son una parte esencial de nuestra vida. Nos acompañan en cada momento, coloreando nuestras experiencias y ayudándonos a entender lo que sucede a nuestro alrededor. Desde la risa contagiosa hasta la angustia que sentimos cuando algo no sale como esperábamos, las emociones actúan como una brújula que guía nuestras acciones y decisiones.

Pero, ¿alguna vez te has detenido a pensar qué son exactamente las emociones? Lejos de ser simples respuestas automáticas, las emociones son reacciones complejas que involucran tanto a nuestra mente como a nuestro cuerpo. Pueden influir en cómo nos sentimos, cómo interpretamos lo que ocurre y cómo nos relacionamos con los demás.

En términos simples, las emociones son reacciones a estímulos internos o externos que se manifiestan a través de cambios físicos, como el aumento del ritmo cardíaco o la tensión muscular, así como a través de experiencias subjetivas. Estas reacciones son esenciales para nuestra supervivencia, ya que nos permiten adaptarnos a nuestro entorno y responder a situaciones complejas.

¿Cómo se generan las emociones?

Las emociones surgen de la interacción entre nuestros pensamientos, experiencias y las respuestas físicas de nuestro cuerpo. Por ejemplo, si enfrentamos una situación estresante, nuestro cuerpo puede reaccionar liberando adrenalina, lo que puede generar una sensación de ansiedad o nerviosismo. Al mismo tiempo, nuestra mente procesa la experiencia, dándole un significado particular según nuestras vivencias previas.

Es importante recordar que no todas las emociones son iguales. Existen emociones básicas, como la alegría, la tristeza, el miedo y la ira, que todos experimentamos en algún momento. También hay emociones más complejas, como la gratitud o el orgullo, que dependen en gran medida de nuestras experiencias individuales y nuestro contexto social.

Por qué son importantes las emociones

Las emociones nos permiten adaptarnos al entorno, protegiéndonos de posibles peligros y ayudándonos a tomar decisiones importantes. También son fundamentales para nuestras relaciones. A través de ellas, podemos empatizar con los demás, mostrar afecto y establecer conexiones más profundas.

Además, nuestras emociones nos brindan información valiosa sobre nosotros mismos. Cuando aprendemos a reconocer y gestionar nuestras emociones, podemos mejorar nuestro bienestar emocional, afrontar mejor los retos y disfrutar de una vida más equilibrada.

Tipos de emociones

Las emociones se pueden clasificar en varias categorías, siendo las más comunes las emociones básicas y las emociones complejas.

Emociones básicas

Las emociones básicas son aquellas que son universales y que todos los seres humanos experimentan, independientemente de su cultura o contexto. Estas incluyen:

  • Felicidad: Una respuesta positiva que surge al experimentar placer o satisfacción.
  • Tristeza: Una reacción a la pérdida o la decepción, que puede llevar a una búsqueda de consuelo.
  • Miedo: Una emoción que se activa ante una amenaza o peligro, preparando al cuerpo para la lucha o la huida.
  • Enojo: Una respuesta a la injusticia o la frustración, que puede motivar a la acción.
  • Sorpresa: Una reacción breve a un evento inesperado, que puede ser positiva o negativa.
  • Desprecio: Una respuesta negativa hacia algo que se considera inferior o indigno.

Emociones complejas

Las emociones complejas son combinaciones de las emociones básicas. Por ejemplo, la culpa puede surgir de la combinación de tristeza y enojo, mientras que la vergüenza puede involucrar sentimientos de tristeza y desprecio. Estas emociones suelen ser más difíciles de identificar y gestionar, pero también son fundamentales para nuestras interacciones sociales.

Para qué sirven las emociones

Las emociones cumplen diversas funciones en nuestras vidas. Algunas de las más relevantes incluyen:

  • Comunicación: A través de nuestras emociones, transmitimos información a los demás. Por ejemplo, una sonrisa puede comunicar alegría, mientras que un fruncido del ceño puede expresar descontento.
  • Toma de decisiones: Nuestras emociones influyen en nuestras decisiones diarias. Por ejemplo, si sentimos miedo, es probable que evitemos situaciones que percibimos como peligrosas.
  • Adaptación: Las emociones nos ayudan a adaptarnos a situaciones cambiantes. Por ejemplo, el miedo puede impulsarnos a alejarnos de un entorno amenazante, mientras que la felicidad puede motivarnos a buscar experiencias positivas.

Cómo gestionar nuestras emociones

Reconocer y gestionar nuestras emociones es crucial para nuestro bienestar mental. Aquí hay algunos pasos que podemos seguir:

  1. Identificación: Aprender a identificar nuestras emociones puede ayudarnos a comprender mejor nuestras reacciones y comportamientos. Tomar un momento para reflexionar sobre lo que sentimos puede ser un primer paso valioso.
  2. Aceptación: Es fundamental aceptar nuestras emociones como parte de la experiencia humana. No debemos juzgarlas ni intentar reprimirlas; en cambio, debemos permitirnos sentir y explorar lo que experimentamos.
  3. Expresión saludable: Encuentra formas saludables de expresar tus emociones. Esto puede incluir hablar con un amigo, escribir en un diario o practicar la meditación. La expresión adecuada de nuestras emociones puede aliviar el estrés y mejorar nuestra salud mental.

Es natural que a veces nos sintamos abrumados por nuestras emociones, especialmente cuando son intensas o difíciles de manejar. Sin embargo, aprender a regularlas es posible. Practicar la auto-reflexión, hablar sobre lo que sentimos con alguien de confianza y buscar estrategias saludables de afrontamiento son maneras eficaces de gestionar nuestras emociones.

Si estás en Burgos, en MFB Psicología te podemos ayudar a interpretar y gestionar tus emociones para hacer más sencillo cada día y mejorar tu bienestar.

Discusiones de pareja

Todas las parejas pasan por momentos de desacuerdo, y las discusiones son una parte inevitable de cualquier relación. No siempre vemos las cosas de la misma manera, y eso está bien. Las diferencias de opinión, los malentendidos y hasta el estrés del día a día pueden llevar a desacuerdos que, si no se manejan de forma adecuada, pueden afectar la relación.

Sin embargo, discutir no tiene por qué ser negativo. De hecho, cuando se gestiona bien, puede fortalecer el vínculo entre ambos, ayudando a entender mejor las necesidades y expectativas del otro. El problema no es la discusión en sí, sino cómo se enfrenta.

¿Por qué discutimos?

Las razones detrás de las discusiones pueden ser muy diversas: desde diferencias en la forma de ver el mundo hasta situaciones del día a día que generan fricción. Algunas de las causas más comunes incluyen:

  • Diferencias en la comunicación: A veces, lo que decimos y lo que la otra persona escucha no es lo mismo. Esto puede generar malentendidos que deriven en discusiones.
  • Expectativas no cumplidas: Cuando uno de los dos siente que el otro no cumple con lo que esperaba, puede surgir la frustración y el conflicto.
  • Estrés externo: El trabajo, los problemas familiares o incluso la falta de tiempo pueden aumentar la tensión dentro de la relación.
  • Falta de atención emocional: En ocasiones, uno de los miembros de la pareja puede sentir que no está recibiendo el apoyo emocional que necesita.

Cómo gestionar las discusiones de pareja

Aunque no podamos evitar todas las discusiones, sí podemos aprender a gestionarlas de una manera más sana. Aquí te dejo algunas claves para afrontar los conflictos en pareja de forma constructiva:

  1. Escucha activa: Antes de responder, asegúrate de escuchar lo que la otra persona está diciendo. A veces, estamos tan centrados en nuestra respuesta que olvidamos entender realmente el punto de vista del otro.
  2. Evita los ataques personales: En una discusión, es fácil dejarse llevar por las emociones y decir cosas de las que luego nos arrepentimos. Intenta centrarte en el problema y no en atacar a la persona.
  3. Mantén la calma: Sabemos que es difícil en el calor del momento, pero mantener la calma es esencial para evitar que la discusión se convierta en algo más grande. Si es necesario, toma un descanso y retoma la conversación más tarde.
  4. No busques “ganar” la discusión: Las discusiones no son una competencia. El objetivo no es demostrar quién tiene la razón, sino encontrar una solución que funcione para ambos.
  5. Reconoce tus errores: No siempre tenemos la razón, y eso está bien. Reconocer cuando nos hemos equivocado es un acto de humildad que puede fortalecer la relación.

Aprendiendo y creciendo juntos

Cada discusión es una oportunidad para aprender más sobre ti mismo y tu pareja. Al enfrentar los desacuerdos de manera saludable, puedes fortalecer la conexión emocional y construir una relación más sólida. Recuerda que las discusiones no definen tu relación, sino que son momentos de crecimiento y comprensión.

Las discusiones son una parte natural de cualquier relación de pareja. Al abordarlas con empatía, respeto y un enfoque en la solución, puedes transformar esos momentos desafiantes en oportunidades de crecimiento. La clave está en recordar que ambos están en el mismo equipo, y juntos pueden enfrentar cualquier desafío que se presente.

Si las discusiones se vuelven constantes y no parece haber una solución, puede ser útil buscar la ayuda de un terapeuta de pareja. Un profesional puede proporcionar herramientas y estrategias para mejorar la comunicación y ayudar a resolver los conflictos de manera saludable.

Si resides en Burgos, en MFB Psicología disponemos de terapias de pareja con un psicólogo especializado, nunca es tarde para mejorar la relación con tu pareja.

¿Qué es la Terapia Cognitivo Conductual?

La Terapia Cognitivo Conductual, más conocida como TCC, es una forma de tratamiento psicológico que se ha demostrado efectiva para abordar una amplia variedad de problemas emocionales y de comportamiento. Desde la ansiedad hasta la depresión, pasando por el estrés o las fobias, la TCC ayuda a las personas a comprender y modificar los patrones de pensamiento y comportamiento que están afectando su bienestar.

En lugar de centrarse en el pasado, la TCC pone el foco en el presente. Busca identificar los pensamientos negativos o distorsionados que muchas veces alimentan nuestras emociones y comportamientos, con el fin de cambiarlos por otros más realistas y útiles.

Principios básicos de la TCC

La TCC se centra en la identificación y modificación de pensamientos disfuncionales o negativos. Algunos de los principios fundamentales de esta terapia incluyen:

  • Relación entre pensamientos, emociones y conductas: La TCC postula que nuestros pensamientos influyen en nuestras emociones y comportamientos. Por ejemplo, si piensas que no eres capaz de enfrentar una situación, es probable que te sientas ansioso y evites enfrentarla.
  • Cambio cognitivo: Al desafiar y cambiar estos pensamientos negativos, es posible modificar nuestras emociones y comportamientos. La TCC enseña a los pacientes a identificar patrones de pensamiento poco realistas y a reemplazarlos por otros más positivos y realistas.
  • Enfoque en el presente: A diferencia de algunas terapias que exploran el pasado, la TCC se centra en el aquí y el ahora. Busca ayudar a los pacientes a abordar sus problemas actuales y desarrollar habilidades para manejar situaciones futuras.

¿Cómo funciona la TCC?

La Terapia Cognitivo Conductual parte de una idea clave: lo que pensamos influye en cómo nos sentimos y, por lo tanto, en cómo actuamos. A través de la terapia, se trabaja para identificar esos pensamientos que, de manera automática, surgen en determinadas situaciones y pueden ser perjudiciales.

Un ejemplo sencillo: si una persona tiene la creencia de que “todo va a salir mal” cada vez que enfrenta un reto, es probable que sienta ansiedad. Esa ansiedad puede llevarla a evitar la situación, lo que, a largo plazo, refuerza esa creencia negativa. La TCC ayuda a romper ese ciclo.

El terapeuta trabaja junto al paciente para que, poco a poco, aprenda a cuestionar y reemplazar esos pensamientos por otros más equilibrados y realistas. Además, la TCC se enfoca en cambiar comportamientos que también contribuyen a mantener el problema.

  1. Identificación de pensamientos automáticos: Los terapeutas ayudan a los pacientes a reconocer sus pensamientos automáticos, que son aquellas creencias que surgen de manera instantánea y que a menudo son negativas o distorsionadas. Este primer paso es crucial para entender cómo estos pensamientos afectan las emociones y comportamientos.
  2. Desafío cognitivo: Una vez identificados los pensamientos automáticos, los pacientes son animados a cuestionar su validez. Esto puede implicar analizar la evidencia que respalda o refuta esos pensamientos, ayudando a desarrollar una visión más equilibrada y realista de la situación.
  3. Reestructuración cognitiva: Esta técnica implica reemplazar los pensamientos negativos con otros más positivos y realistas. Por ejemplo, en lugar de pensar “nunca haré esto bien”, un paciente podría reestructurar su pensamiento a “puedo aprender y mejorar con la práctica”.
  4. Técnicas de afrontamiento: La TCC también incluye el desarrollo de habilidades de afrontamiento para manejar situaciones difíciles. Estas pueden incluir técnicas de relajación, estrategias de resolución de problemas y habilidades de comunicación asertiva.

Beneficios de la Terapia Cognitivo Conductual

La TCC ha demostrado ser eficaz en una amplia variedad de trastornos psicológicos y emocionales, como:

  • Depresión: Ayuda a los pacientes a identificar y cambiar pensamientos negativos que alimentan la depresión.
  • Ansiedad: Proporciona herramientas para enfrentar y manejar la ansiedad de manera más efectiva.
  • Trastornos de la alimentación: La TCC puede ayudar a abordar patrones de pensamiento poco saludables relacionados con la alimentación y la imagen corporal.
  • Fobias: A través de la exposición gradual a situaciones temidas, los pacientes pueden aprender a manejar y reducir sus miedos.

Además, la TCC es un enfoque relativamente corto y estructurado, lo que significa que muchas personas pueden ver resultados en un número limitado de sesiones.

¿Qué se puede esperar en una sesión de TCC?

Las sesiones de TCC suelen ser estructuradas y dirigidas a objetivos específicos. En la primera fase, el terapeuta y el paciente trabajan juntos para identificar los problemas que se desean abordar y establecen metas claras para el tratamiento.

A lo largo de las sesiones, el terapeuta enseñará al paciente una serie de técnicas prácticas, que pueden incluir:

  • Reestructuración cognitiva: Se trata de aprender a identificar y cambiar los pensamientos negativos automáticos.
  • Exposición gradual: Para personas que enfrentan miedos o fobias, se trabaja en enfrentarse a esas situaciones de forma progresiva y controlada.
  • Técnicas de relajación: Herramientas para reducir la ansiedad y el estrés.
  • Registro de pensamientos: Una forma de monitorear y analizar los pensamientos y sentimientos que aparecen en el día a día.

La Terapia Cognitivo Conductual es una herramienta poderosa para aquellos que buscan mejorar su bienestar emocional y mental. Al enfocarse en la conexión entre pensamientos, emociones y comportamientos, la TCC ofrece estrategias prácticas y efectivas para afrontar diversos desafíos psicológicos. Si sientes que tus pensamientos negativos están afectando tu vida diaria, considera explorar la TCC como una opción para encontrar un camino hacia el cambio positivo.

Si sientes que los pensamientos negativos o los comportamientos no deseados están interfiriendo en tu vida, la TCC podría ser una opción muy útil para ti. Trabajar con un terapeuta especializado puede marcar una gran diferencia en tu bienestar emocional.

Si resides en Burgos, en MFB Psicología disponemos de terapia Cognitivo Conductuales para todas las edades.

Mirar fijamente a los ojos

¿Qué significa mirar fijamente a los ojos en el contexto psicológico?

Mirar a los ojos es algo que hacemos a diario, ya sea en una conversación casual, una reunión de trabajo o incluso al saludar a alguien. Sin embargo, pocas veces nos detenemos a pensar en el impacto que este simple gesto puede tener, especialmente cuando se trata de mantener el contacto visual de manera prolongada o intensa.

Desde el punto de vista psicológico, mirar fijamente a los ojos de otra persona puede tener diferentes significados y efectos, dependiendo del contexto y la relación entre quienes están involucrados. Este acto puede generar desde una conexión profunda hasta incomodidad o tensión.

El contacto visual y sus implicaciones

El contacto visual es una forma poderosa de comunicación no verbal. A través de la mirada, transmitimos emociones, intenciones y, en muchos casos, reforzamos lo que estamos diciendo con palabras. Una mirada puede expresar confianza, interés, empatía e incluso autoridad, sin necesidad de decir una sola palabra.

Cuando miramos directamente a los ojos de alguien, solemos percibir con mayor claridad sus emociones. Por ejemplo, una mirada fija acompañada de una sonrisa puede transmitir amabilidad y confianza. Sin embargo, una mirada intensa y prolongada, sin un contexto adecuado, puede generar incomodidad o interpretarse como una actitud desafiante.

El significado psicológico de una mirada prolongada

Mirar fijamente a los ojos durante un tiempo prolongado puede desencadenar distintas reacciones, tanto en la persona que observa como en la que es observada. En psicología, se ha estudiado que una mirada prolongada puede intensificar las emociones presentes en ese momento. Dependiendo de la situación, esta acción puede tener diferentes connotaciones:

  • Conexión emocional: En relaciones cercanas, como entre amigos, familiares o parejas, mantener el contacto visual puede fortalecer la conexión emocional. Es una forma de decir “estoy aquí contigo” sin usar palabras. En estos casos, el contacto visual se percibe como un signo de intimidad y confianza.
  • Atracción: En el ámbito romántico, mirar a los ojos de la otra persona por más tiempo del habitual puede ser una señal de atracción. Este tipo de contacto visual profundo suele estar acompañado de otros gestos que refuerzan la idea de interés y cercanía.
  • Desafío o intimidación: Por otro lado, cuando el contacto visual se da en un contexto de tensión o conflicto, puede ser percibido como una señal de desafío o incluso intimidación. En este tipo de situaciones, una mirada fija puede hacer que la otra persona se sienta incómoda o amenazada.

¿Por qué nos resulta incómodo a veces?

Todos hemos experimentado, en algún momento, la sensación de incomodidad al ser mirados fijamente durante mucho tiempo. Esta reacción está relacionada con la vulnerabilidad. Mirar a los ojos de alguien durante mucho tiempo implica una exposición emocional, lo que puede hacernos sentir inseguros o juzgados.

Además, algunas culturas tienen normas específicas sobre el contacto visual. En ciertos lugares, una mirada fija puede considerarse irrespetuosa o invasiva, mientras que en otras culturas es un signo de atención y respeto.

El significado cultural del contacto visual

Es importante tener en cuenta que el significado del contacto visual puede variar según la cultura. En algunas culturas occidentales, el contacto visual prolongado se asocia con la confianza y la sinceridad, mientras que en ciertas culturas asiáticas o africanas, mirarse fijamente a los ojos puede considerarse irrespetuoso o desafiante. Por lo tanto, es crucial tener en cuenta el contexto cultural al interpretar el significado de una mirada sostenida.

¿Por qué algunas personas evitan el contacto visual?

Existen diversas razones psicológicas por las cuales algunas personas pueden evitar mirar a los ojos. Algunas de ellas incluyen:

  • Ansiedad social: Las personas con ansiedad social pueden sentirse incómodas al mantener contacto visual, ya que les provoca mayor estrés o vulnerabilidad.
  • Inseguridad: Evitar la mirada puede ser una señal de falta de confianza en uno mismo o miedo al juicio de los demás.
  • Autismo: Las personas en el espectro autista a menudo evitan el contacto visual, ya que puede ser abrumador o difícil de interpretar.
  • Culpabilidad o vergüenza: En algunos casos, las personas que evitan el contacto visual pueden estar ocultando algo o sentirse avergonzadas, lo que las lleva a evitar la mirada directa.

La mirada en las relaciones personales

El contacto visual prolongado puede intensificar las emociones y crear una conexión más profunda en las relaciones interpersonales. Este tipo de interacción no verbal a menudo dice más que las palabras, revelando lo que sentimos o pensamos de manera más honesta y directa. En una relación romántica, por ejemplo, una mirada sostenida puede aumentar la sensación de intimidad y cercanía. En contextos de amistad o familia, puede reforzar el apoyo emocional y la comprensión mutua.

No se trata solo de mirar, sino de entender cómo ese contacto visual puede afectar a la persona que tenemos delante. Aprender a leer las señales no verbales y ajustar nuestro comportamiento puede mejorar significativamente nuestras relaciones.

Si resides en Burgos, en MFB Psicología podemos ayudarte a transmitir lo que realmente sientes con la mirada de forma segura.

¿Qué es el miedo?

El miedo es una de las emociones más antiguas y poderosas que experimentamos los seres humanos. Se trata de una respuesta natural y automática ante situaciones que percibimos como amenazantes o peligrosas. Aunque muchas veces asociamos el miedo con algo negativo, en realidad, ha jugado un papel esencial en nuestra supervivencia a lo largo de la historia.

Desde un punto de vista biológico, el miedo prepara a nuestro cuerpo para reaccionar rápidamente ante posibles riesgos. Es esa sensación que nos alerta cuando estamos en una situación de peligro, activando nuestro instinto de supervivencia.

Por qué sentimos miedo

El miedo no es simplemente una emoción que aparece de manera aleatoria. Surge como una respuesta a estímulos que nuestro cerebro interpreta como potencialmente dañinos, aunque en ocasiones esos estímulos no representen un verdadero peligro. Esta emoción puede ser desencadenada por diversos factores, como:

  • Amenazas reales: Por ejemplo, enfrentarse a un accidente o una situación de peligro físico.
  • Factores imaginarios: A veces, sentimos miedo ante situaciones que solo existen en nuestra mente, como preocupaciones sobre el futuro o miedos irracionales.
  • Experiencias pasadas: Situaciones traumáticas o eventos del pasado pueden hacer que desarrollemos miedos que, aunque ya no tengan relevancia en nuestra vida actual, siguen afectándonos emocionalmente.

¿Cómo reacciona el cuerpo ante el miedo?

Cuando sentimos miedo, nuestro cuerpo experimenta una serie de cambios automáticos. Esta respuesta, conocida como “lucha o huida”, nos prepara para actuar ante una posible amenaza. Entre los cambios más comunes están:

  • Aceleración del ritmo cardíaco
  • Aumento de la tensión muscular
  • Liberación de adrenalina
  • Sensación de alerta extrema

Estas reacciones físicas nos ayudan a enfrentarnos a la amenaza o, si es necesario, a huir de ella. Sin embargo, cuando el miedo se activa en situaciones que no son realmente peligrosas, puede convertirse en un problema.

Tipos de miedo

Existen diferentes tipos de miedo, que se pueden clasificar en varias categorías:

  • Miedo instintivo: Este tipo de miedo es innato y está relacionado con situaciones que representan un peligro inmediato, como alturas, serpientes o ruidos fuertes. Se activa automáticamente para protegernos de posibles amenazas.
  • Miedo aprendido: A diferencia del miedo instintivo, el miedo aprendido se desarrolla a través de experiencias y condicionamientos. Por ejemplo, si un niño se quema al tocar una estufa caliente, puede desarrollar un miedo a las estufas en general.
  • Fobias: Las fobias son miedos intensos e irracionales hacia objetos o situaciones específicas, como volar, hablar en público o los espacios cerrados. Aunque pueden parecer infundadas, las fobias pueden tener un impacto significativo en la vida de quienes las padecen.
  • Miedo social: Este tipo de miedo se refiere al temor a ser juzgado o evaluado negativamente por los demás. Las personas que experimentan miedo social pueden evitar situaciones sociales o sentirse extremadamente ansiosas en ellas.

Cómo controlar el miedo

Aunque el miedo es una emoción natural, es fundamental aprender a controlarlo de manera efectiva. Aquí hay algunas estrategias que pueden ayudar:

  1. Respiración profunda y relajación: Estas técnicas pueden calmar las respuestas físicas del miedo, ayudándonos a pensar con mayor claridad.
  2. Identificación del miedo: Es útil reflexionar sobre qué es lo que realmente nos causa miedo. A veces, solo al identificar la fuente del miedo, podemos empezar a enfrentarlo.
  3. Exposición gradual: En casos de miedos específicos, enfrentarse de manera progresiva a la situación temida puede ayudar a reducir la intensidad de la emoción.

El miedo es una emoción poderosa que forma parte de la experiencia humana. Si bien puede ser útil en situaciones de peligro, también puede convertirse en un obstáculo si no se gestiona adecuadamente. Aprender a comprender y manejar el miedo puede mejorar nuestro bienestar emocional y permitirnos enfrentar la vida con más confianza.

Si resides en Burgos, en MFB Psicología podemos ayudarte para controlar el miedo y que no te afecte de forma negativa en el ámbito personal o laboral.

10 Consejos para parejas con hijos

Ante el nacimiento de los hijos aparecen nuevas dudas, miedos y decisiones a los que con anterioridad la pareja no había tenido que enfrentarse. En muchas ocasiones estas discrepancias se solucionan de forma rápida y pacífica, pero en otros momentos aparecen desagradables malentendidos y enfados que generan malestar en la pareja. Por ello os presentamos 10 consejos para evitar y/o llevar a buen puerto estas discusiones.

 

  1. No ver las discusiones como algo negativo, sino como una oportunidad para buscar soluciones y salir del estancamiento. Para ello, tenemos que centrarnos en el tema a tratar, evitar sacar los trapos sucios y no repetir los mismos errores.

 

  1. Para llegar a un acuerdo en pareja, ambas partes tienen que querer estar implicadas en la búsqueda de una solución. Así se podrá establecer un objetivo y un camino a seguir.

 

  1. Elegir el momento y el lugar adecuado para tratar las discrepancias. No todos los momentos son idóneos para buscar soluciones. Es importante estar tranquilos, descansados, tener tiempo suficiente y evitar estar delante de los hijos a la hora de tratar los desacuerdos.

 

  1. Es necesario conocer nuestra propia opinión y expresarla como una opción más, no como la única. De esta manera sabremos que buscamos defender y tendremos argumentos para ello. Pero recuerda que tu opinión no es la única y que todas son igual de importantes. Escucha lo que te quieren decir y si sabes que te has confundido no dudes en rectificar.

 

  1. Escuchar lo que el otro está diciendo desde el respeto y sin prejuzgar. Antes de interrumpir una conversación, cuenta hasta cinco interiormente y piensa que si nos gusta que respeten nuestro turno, debemos respetar también el de los demás. Evita terminar las frases de tu pareja y gritar, ya que por las formas se puede perder la razón.

 

  1. No demores la expresión de sentimientos. Si tu pareja te dice alguna frase fuera de tono o que te moleste, escoge en ese instante la manera de responderle parapoder comunicar qué es lo que te ha ofendido y como te sientes.

 

  1. Es necesario mostrar empatía con nuestra pareja y ponernos en su lugar, así conseguiremos entender mejor su situación y lo que busca comunicarnos.

 

  1. Se consecuente y razonable, usa el sentido común. Tenemos que ser conscientes de lo que decimos y cómo lo decimos para evitar ser contradictorios, por eso es mejor que nuestras decisiones estén reflexionadas, especialmente en lo que se refiere a nuestros hijos/as.

 

  1. Es necesario valorar las ideas del otro y encontrar la parte de verdad hay en ellas. Tenemos que comprender que no estamos en una competición y el objetivo no es ganar, sino que formamos un equipo junto a nuestra pareja, por lo que saber ceder y negociar cuando es oportuno es importante para encontrar la mejor solución.

 

  1. Si la tensión aumenta y no estamos llegando a ninguna parte, puede ser necesario hacer una pausa y tomarse un tiempo, ya sean minutos u horas. Posteriormente buscaremos retomar la conversación de la forma más óptima, tras haber podido analizar nuestras opiniones y las de los demás.Upset boy standing with arms folded in front of parents with problems against white background

En Mfbpsicología prestamos servicios psicológicos en adultos, niños y adolescentes. Gracias a nuestro equipo de profesionales buscaremos enfocar tus dificultades del día a día de la manera más funcional, aportándote las herramientas necesarias para lograr tus metas, eliminar o reducir el sufrimiento y encontrarte mejor contigo mismo.